foto: Verónica Bendicho
LOS
GRANDES OLVIDADOS
El deporte de las carreras de
Orientación día a día va modernizándose en sus métodos de entrenamientos, en
normas cartográficas, en informatizar los resultados, imágenes y
clasificaciones, es decir, adaptándose a los tiempos.
Cualquiera que haya organizado
una carrera sabe de lo complejo y difícil que es su realización, que está llena
de permisos y autorizaciones, de normas técnicas y específicas, de disponer de
un personal especializado, pero a la vez voluntario, de disponer de un tiempo
que muchas veces no se tiene, de tener preparado un material logístico
necesario, etc.
El mapa tiene que estar, el
cronometraje tiene que estar, el trazado tiene que estar y las balizas hay que
ponerlas y quitarlas tanto para un corredor como para mil corredores, esa es la
idiosincrasia de este maravilloso y a la vez complejo deporte.
Queda mucho camino hasta que
este, nuestro deporte, llegue a ser profesional, donde todos los protagonistas
de organización de carreras puedan tener ganancias económicas sustanciales e
importantes, hasta que eso ocurra hay que seguir contando con el voluntariado,
con ese personal que de manera desinteresada pierde mucho tiempo, dinero y
esfuerzo para que se realice una carrera.
No siempre el trabajo de este
personal es suficientemente reconocido, distinguido o admirado por los
corredores, de hecho, son muy pocos los corredores que agradecen a la
organización el esfuerzo realizado.
Siempre he defendido la idea
de que a nuestros jóvenes hay que involucrarlos en las organizaciones de las
carreras, en puestos de auxiliar, aprendiz o como se llama en los oficios, de
peón. Donde aprendan que las balizas no nacen en el campo como setas ni que son
los elfos del bosque los que recogen las balizas y las ponen en el almacén.
En una carrera, después del
mapa lo más importante es que la baliza esté en su sitio, todo lo demás es
secundario y se puede subsanar, pero si la baliza no está en su lugar todo lo
preparado, todo el trabajo y esfuerzo realizado queda invalidado, ya no hay
carrera y tiraríamos de parches para hacerla efectiva y oficial.
Para que una carrera pueda
realizarse, aunque sea un entreno, hay un personal que se encarga de preparar
las balizas; estacas, globos, números, pinzas, avituallamiento y las estaciones
con sus bases, disponer de un vehículo particular para desplazarlas del almacén
al centro de competición y ponerlas - quitarlas, ese es el personal de campo o
como familiarmente se les llama, los balizadores, y yo creo que son “LOS
GRANDES OLVIDADOS”.
¿Cómo trabajan estos grandes
olvidados?
Como todo en la vida, hay
varios métodos para hacer las cosas, en este caso es para poner las balizas. Se
pueden poner el día anterior a la competición todas las balizas con las
estaciones y el día de la carrera por la mañana muy temprano pasar a activarlas,
o igualmente, el día anterior poner las balizas sin estaciones y el día de la
carrera por la mañana, más temprano aún, poner las estaciones y activarlas,
(cada maestrillo tiene su librillo).
Se les ayuda mucho teniendo la
cantidad suficiente de balizas para completar todas las carreras y no tengan
que quitar y poner las mismas.
Normalmente se visita un mismo
control para una sola carrera cuatro veces; prebalizado, poner baliza, activar
estación y recogida.
Si el trazador se ha acordado
de ellos, habrá adaptado sus trazados y avituallamientos a la cercanía de algún
camino accesible para ir en coche particular, de lo contrario, todo a patita y
al hombro.
Han sido los primeros en
levantarse, normalmente todavía de noche, da igual el frio, la lluvia, el
viento, las balizas tienen que estar activadas en su sitio y declaradas por
orden de paso al juez de cronometraje.
Cuando vas cargado con las
balizas sobre los hombros y con la lengua fuera subiendo la cuesta o peleándote
con la vegetación, cuando el sol, el aire o la lluvia te están azotando en la
cara, cuando dudas si te dará tiempo para activarlas o si estarán es su sitio,
cuando ese cansancio y esa responsabilidad salen a tus pensamientos, te haces
la típica pregunta que nunca te respondes, ¿qué hago aquí?
Una vez que todo ha salido
bien, que las balizas estaban en sus sitios y con la satisfacción del deber
cumplido, “LOS GRANDES OLVIDADOS” emprenden la más desagradable de las tareas
de la organización, la recogida de las balizas y avituallamientos.
Desagradable porque es la
tarea más tardía, porque ya el cansancio hace mella, porque cuando vuelvan ya
no habrá nadie que le agradezca su trabajo, estará todo solo y abandonado,
quedarán los despojos de que allí ha ocurrido algo y ellos se lo has perdido.
La última imagen de una
carrera de orientación es ver a lo lejos una figura con paso pausado, cargada
de balizas y con aspecto de cansancio y fatigoso a
quien todavía les queda desarticular las balizas, ordenarlas y almacenarlas.
Hagamos entre todos que dejen
de ser los olvidados, agradezcamos su trabajo, su preparación, su dedicación y
lo más importante, su amor por la Orientación con dos palabras, “MUCHAS
GRACIAS”.
Andrés Sánchez Montoro